El pasado lunes, 8 de septiembre celebramos, con alegría y devoción, en nuestra parroquia la gran fiesta de nuestra patrona, la Virgen de Monserrate. La misma fue presidida por nuestro obispo, Mons. Ángel Luis Ríos Matos quien estuvo acompañado por nuestro párroco, P. Ángel Ortiz Vélez; nuestros vicarios: P. David Pérez y P. Ángel Valle; y Mons. Rafael Méndez. Además, nos acompañaron nuestros Diáconos Permanentes: D. Miguel Acevedo, D. Domingo Lorenzo, D. Gumersindo Sosa, D. Efraín Acevedo, D. Eugenio Nieves, D. Edwin Hernández, D. Héctor Barreto y el D. José Chaparro.
Durante la homilía, Mons. Ángel L. Ríos hizo referencia al pueblo de Israel como indicaba la primera lectura de la profecía de Miqueas: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá de ti saldrá el jefe de Israel.” Indicó que no podemos olvidar que somos hijos de Jerusalén, hijos de Dios. Es mejor morir o quedar mudos si nos olvidamos del Dios de nuestra alegría, el Dios que nos llamó a ser parte de su cuerpo. Prosiguió nuestro Obispo haciendo alusión al Evangelio según San Juan Capitulo 2, versículos del 1 al 11; cuando en las bodas de Caná se terminó el vino. De una manera jocosa nos explicaba que se imaginaba esa escena donde María, como mujer atenta y pendiente a todo se percata que se terminó el vino. Se imaginaba a María segura diciéndose a ella misma que sabía a quién tenía que acudir ante esa crisis. María como mujer buena, sabia, santa, mujer de Dios, que no se rendía; sabía en quién estaba puesta su esperanza, su mirada, su fuerza y sabía el poder que tenía su hijo, porque todo eso lo tenía guardado en su corazón. Ese era el día de ella sacar fuera lo que tenía escondido en su corazón y le dice a su hijo que resuelva. Y el hijo resolvió. “La tarea de María no es hacer ella el milagro, es interceder. La tarea de María es rezar y el rezo de María es completado por su hijo y Dios pone su mano y su obra.
Pongan ustedes lo que puedan que Dios se encarga del resto. Y cuando nosotros ponemos en manos de Dios lo que Dios nos ha dado… Dios hace la obra y la iglesia crece, Dios hace la obra y los milagros se ven. La iglesia tiene que creer, que esperar, trabajar, confiar, denunciar pero la iglesia tiene que ponerse en camino, trabajar con fuerza con ánimo y con esperanza”.
Antes de terminar la Santa Misa nuestra Madre fue coronada, una vez más, por tres jóvenes que participaron del Jubileo en Roma y después fue entonado por el mariachi, “Las Mañanitas”. Luego de la Misa participamos de la procesión junto a la imagen de la Virgen, la cual fue escoltada por los Caballeros de Colón, dando testimonio de amor y fe por las calles de nuestro pueblo. Antes de terminar la procesión se procedió a encender el cuadro de la Virgen en las escalinatas del templo mientras disfrutábamos de los fuegos artificiales. No podían faltar las acostumbradas aclamaciones a nuestra Madre, la Virgen de Monserrate: “Viva la Virgen de Monserrate”; “Favorécenos Divina Señora de la Monserrate”; “Nuestra Señora de la Monserrate, ruega por nosotros” y por supuesto nuestra aclamación por excelencia: “En el corazón de los mocanos late la Virgen de la Monserrate”.